El año pasado acepté un proyecto de corrección que dije que me ayudaría económicamente. Prometía ser bueno en cuanto al pago pero, una vez que lo empecé, me di cuenta que no era así: no solo corregirlo fue complicado sino que también tuve que invertirle una enorme cantidad de tiempo. Trabajo en una editorial de libros médicos, donde cada obra debe salir lo más pronto posible para que no pierda validez ya que, a diferencia de una obra literaria, los libros médicos sí tienen fecha de expiración: este proyecto era igual.
Cuando lo entregué, a pesar que aún no me lo habían pagado, me sentí bastante tranquila. ¡Al fin me había quitado un peso de encima! Fue entonces cuando comencé a mover un poco un Instagram, mi Twitter, este blog y hasta juagaba los domingos algún videojuego. Hacía muchísimo tiempo que no hacía algo que no fuese trabajar. Era poco el tiempo que dedicaba a mí pero, una vez que empecé con mis cosas, fue toda una revelación: me sentía activa, útil, entretenida y feliz.
Hasta que el proyecto volvió a mis manos.
Dedicarme de nuevo a algo que yo ya creía cerrado y que, además, no había corregido bien me devolvió a ese estado previo en el que no existían más cosas por hacer. ¿Han leído o escuchado esa frase de que a veces la vida es mejor cuando no pruebas lo dulce o la azúcar antes? Una vez que lo haces y eres consciente de lo bien que saben algunas cosas, ya estas dejan de ser tan agradables cuando no se la colocas. Sentí lo mismo y lo sentí muy feo.
Es en este momento, ahora, en que sigo con mi dragoncito al que ya le salieron los dientes, que me doy cuenta del equilibrio que se debe tener para que las cosas funcionen anímicamente, al menos en mi caso. Sentir que avanzo en algo, que puedo hacer cosas por mi cuenta, que aunque no sea perfecta puedo seguir haciendo y aprendiendo me hace feliz. En cambio, no cerrar ciclos y estancarme por mucho tiempo en el mismo lugar no lo hacen.
Es por ello que, a pesar de tener responsabilidades con este pequeño, debo ser lo suficientemente madura como para terminar de atenderlo como merece sin dejar de lado que yo también tengo necesidades: necesito escribir, necesito jugar, necesito ver cosas que me devuelvan el interés por la ficción y necesito seguir aprendiendo.
Espero aprender de mis experiencias y también espero aprender a enfrentar mejor las cosas. A veces, incluso, es preferible rechazar algunas: el tiempo es valioso, ya sea monetaria o personalmente hablando.
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Imágenes: stickers de Zizi y Pog para Facebook porque son bien bonitos.
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