Suerte de diario, espacio de quejas/sugerencias y cuaderno de notas

Trabajando con amigos

Quizás algunos piensen que trabajar con amigos, alguien en quien confíes plenamente, hace más fáciles las cosas a nivel laboral. Mi experiencia no ha sido siempre muy sencilla, a decir verdad.

La primera vez que lo hice fue con mi hermano. Era su secretaria y, dado que mi hermano siempre fue mi figura paterna, pensé que las cosas estarían bien. No era la primera vez que trabajaba pero sí con un familiar: me tocó aprender que una cosa es cómo somos en casa (familia) y otra en la oficina (superior y empleada). Para ese momento, el shock fue tal que incluso lloré porque él era (y sigue siendo) una de las personas más queridas para mí. Había cometido un error con la caja chica que debía resolver pero verlo tan molesto me hizo aterrizar de golpe en ese pequeño detalle.

La segunda vez que lo hice fue con mi «novia de la carrera», una de las amigas más antiguas y de las mejores que tengo. Si bien con ella estábamos al mismo nivel, ella realizaba una tarea y yo otra. Recuerdo que un día nuestro jefe le gritó a ella y a mí por teléfono después. ¡Ella estaba ofendidísima! Tanto que no duró ni cinco minutos para escribir su carta de renuncia y quería que yo hiciera lo mismo. Aunque entendí su intención de querer que me respetase a mí misma y que merecía algo mejor, en ese momento realizaba una tarea que me gustaba mucho y estaba dispuesta a aguantar un poco más. Creo que eso no le gustó a ella para nada. No sé qué imagen le di ese día de mí misma, lo que sé es que lo que ella quería que hiciera no iba en consonancia con lo que yo quería. Preferí no tocar el tema de nuevo.

Hoy día trabajo con, oficialmente, la amiga más antigua que tengo. Quizás no sea la mejor pero es la que más tiempo ha estado conmigo y la que se animó a emprender este viaje conmigo aún sin saber nada. La adoro demasiado por eso pero debo admitir que es increíblemente difícil volver a estar en una situación en la que lo laboral y lo personal se junta: al ser ella una persona en extremo sensible (y yo una vieja amargada sin corazón), es difícil hacerle correcciones o indicarle cosas sin que sienta que subestimo su inteligencia o su capacidad. A pesar de darle ánimos, muchas veces pareciera no ver lo que yo veo en ella.

Esta última experiencia es la que me ha llevado a pensar qué hago mal o qué puedo hacer para remediar estas cosas. Lo cierto es que hay consejos que podría dar para todos aquellos que estén en la misma situación.

Laboral ≠ Personal

Quizás es uno de los primeros malos entendidos que se presentan: creer que seremos «las mismas personas» en un ámbito y en otro. No es así.

Dependiendo del trabajo, es bastante posible que seamos personas mucho más frías o directas por temor a perder nuestro empleo o porque estamos en posiciones de mucha responsabilidad. Si nos toca un puesto inferior al de nuestro amigo, sería egoísta esperar que esa persona haga algo que va en contra de su posición solo por ayudarnos a nosotros. Debemos hacernos cargo de nuestras tareas lo mejor que podamos y no culpar a nuestro compañero de los errores que surjan solo porque sentimos que está en la «obligación» de apoyarnos. El apoyo llega hasta donde la empresa o el empleo lo permitan, no más allá.

     Si necesitamos ayuda, podemos pedirla tal como haríamos en otro lugar con un desconocido.
     Intentar mantener una actitud profesional dentro del horario laboral. Fuera de este, podemos volver a la confianza que tenemos con la otra persona.
     Tomar a pecho la actitud de nuestro compañero. hay que considerar que él también quiere y debe conservar su empleo.

Personal ≠ Laboral

Aunque este subtítulo es parecido al anterior, la diferencia radica en que acá la perspectiva es la personal. Nuestros problemas, dudas, sentimientos no deberían de interferir en lo que hacemos. Aunque esto es humanamente casi imposible, no debemos extender estos sentimientos a nuestro amigo y esperar a que actúe con base a lo que nosotros sentimos y creemos.

     Esperar a la hora del descanso o la salida para hablar de lo que sentimos con nuestro compañero. De esta manera, evitamos ventilar nuestros problemas ante otros desconocidos así como inconvenientes con ellos o nuestros empleadores.
     Si no podemos esperar a un tiempo libre para hablar, pudiéramos enviar correos desde nuestra bandeja personal o mensajes al celular de nuestro amigo, sin ser invasivo, para hablarle de nuestros problemas.
     Esperar a que nuestro compañero sienta o haga lo mismo que nosotros. Debemos considerar que quizás nuestro amigo tiene más beneficios laborales o se siente bien en donde está.

Como socios

Iniciar un negocio con un amigo si bien nos puede inspirar confianza, debemos considerar también que se trata de eso: un negocio. Por ende, las reglas y la etiqueta laboral deben mantenerse.

     Dividirse las tareas de manera equitativa puede ayudar a que uno no sienta que hace más que el otro. Sin embargo, debemos ser conscientes al hacer nuestra parte y no creer que por ser amigos podemos eximirnos de esto.
     Debemos recordar que se trata de un negocio y, por ende, la faceta que debemos adoptar es la del empleado o emprendedor, no la del pana de toda la vida que puede hacer y deshacer a conveniencia.
     Se pueden usar canales distintos para conversar de forma laboral así como de forma personal. Si es algo a distancia, se puede usar el correo para lo primero pero el Whatsapp para lo segundo. Si es presencia, las horas libres y de descanso son estrictamente para lo segundo: debemos limitar lo laboral solo a las horas correspondientes.
     Tomarnos de forma personal la actitud de nuestro compañero respecto al trabajo. Hay que recordar que ambos trabajan por llevar adelante un proyecto y eso ya implica mucho estrés para sumarle también los problemas del otro.
     Callarnos. Si se trata de una rama de negocio que desconocemos, debemos decir claramente las cosas que no entendemos a fin de mejorarlas. Asimismo, la otra persona debe armarse de paciencia para explicar de la mejor manera.
     Creer que somos insuficientes. Si nuestro amigo aceptó trabajar con nosotros, es porque cree en nuestras capacidades, por lo que autosabotearnos pensando que lo hacemos todo mal, que no servimos, que es mejor si nuestro compañero trabaja con alguien más solo lo llenará a él (o ella) de estrés, dudas y sobresaturación de trabajo al haber dejado en sus manos las tareas que nos correspondían. Hablar de manera efectiva, sin sentimentalismos ni dudas, puede ayudarnos a encaminarnos y ver lo que realmente queremos y hacia dónde vamos.

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